El miedo forma parte de las emociones adaptativas.
La preocupación por algo que desconoces, que implica cambios y de lo que la información que te llega suele ser negativa, puede abarcar diferentes aspectos de tu vida: tu salud, tu ánimo, tus relaciones.
Durante el climaterio, el miedo es una de las respuestas biológicas que te advierte para que te prepares para el cambio. El climaterio es la transición de la etapa reproductiva a la no reproductiva. Puede durar de 15 a 20 años. Durante el mismo, se diferencian las etapas que puedes ver en este gráfico.
Es normal que sientas miedo si atraviesas una etapa de cambios importantes que suponen desafíos, necesidad de información, cambio de hábitos y adaptación a una nueva etapa. La perimenopausia abarca una media de 2-3 años aproximadamente, antes de la última menstruación hasta 1 año después de este último sangrado. Pero los cambios físicos y emocionales pueden extenderse en el tiempo durante todo el climaterio de manera diferente para cada mujer.
Según tu historia personal, tu estado de salud actual y tu manera de ver el mundo, tus síntomas físicos y emocionales, variarán. Por eso no todas las mujeres vivimos esta etapa con la misma intensidad.
Hay un miedo común a todo ser vivo, la muerte. Evitarla es el objetivo de todos lo programas biológicos que se activan cuando se viven cambios. Bien, pues justamente estos programas que pretenden mantenerte a salvo, también dan lugar a los signos y síntomas que vivimos en este periodo.
Conforme avanzamos en edad, el miedo a la enfermedad y la muerte se hace más presente, bien por pérdidas de seres queridos o por síntomas de salud que nos hacen mirarla de frente. Pero en realidad la supervivencia es el motor de los cambios adaptativos en tu biología.
¿Cómo te afecta esto a ti?.
Según tu experiencia y tu sensibilidad, lo sentirás más o menos intenso. Quizás tu sistema de creencias sobre la salud, lo minimice, pero en general, cuando vas al médico/a sales con más miedo que entraste. El miedo activa 2 programas biológicos básicos que hacen que retengamos liquido y grasa, para garantizar la supervivencia, uno de los cambios atribuidos a la menopausia.
La supervivencia es la máxima prioridad para la biología, tiene todos sus programas al servicio de este objetivo, y el miedo es su principal mecanismo de control para lograrlo.
Lo que lo disminuye, es la comprensión de lo que te sucede y las acciones encaminadas a cuidar tu salud, prevenir, disminuir tus síntomas de malestar y sentir que controlas factores de riesgo como la dieta, la relajación o el ejercicio.
La información puede activar las mismas respuestas de miedo que la amenaza real.
La intensidad de tu miedo dependerá de lo cerca que sientas la amenaza y esto, a su vez, de tu contacto con la realidad y con la información sobre la misma. Es decir, su intensidad de afectación puede variar según te la creas más o menos, o sea, según tu capacidad de cuestionarla, comprobarla, corroborarla.
Si al buscar información sobre la menopausia, lees largas listas de síntomas y crees que vas a sentirlos todos, tu sugestión puede aumentar tu miedo y con él la probabilidad de vivir los sígnos de la misma. Síntomas se refieren a enfermedad, y este cambio hormonal no lo es! Se trata de signos de una etapa de transición progresiva a una vida no condicionada por las hormonas de la reproducción.
En general las listas de síntomas y la visión social de esta etapa, provocan desvalorización en nosotras y el programa biológico de desvalorización provoca pérdida de masa ósea y muscular lo que se traduce en problemas osteoarticulares. Sin embargo nadie que no conozca la medicina germánica, te habrá contado que es reversible, porque en realidad forma parte de un proceso mayor de adaptación, de un programa biológico del mesodermo, que pretende hacerte más apta para la supervivencia.
El miedo tiene diferentes grados y expresiones. Desde el estado de alerta en el que se agudiza la atención y se hace selectiva, para prevenirte y anticiparte al peligro, hasta el estado de inmovilización, huida, o ataque, cuando el peligro ya está encima y sientes pánico. Puedes estar en la primera etapa si la información sobre la menopausia te despierta curiosidad o preocupación, y en la segunda, si ya estás viviéndola con síntomas molestos.
Durante la perimenopausia, se estipula que la disminución de estrógenos aumenta los estados de ansiedad, insomnio y preocupaciones.
¿Es esta tu experiencia?
No ocurre en todas las mujeres, así que no te desanimes. Deben acontecer otros cambios en paralelo que te desafíen tanto como para que esto suceda.
Cuando un peligro es sorpresivo la respuesta es automática y no la podemos controlar, porque la naturaleza, el inconsciente biológico toma el mando. Gracias a lo cual salvamos la vida con actos reflejos como mantener el equilibrio en un traspié. También ante una emergencia en la familia, o un conflicto personal, pasamos una o varias noches de insomnio, debido a un programa biológico que pretende que encuentres soluciones. Entonces, no siempre el insomnio se debe al descenso de estrógenos.
¿Es la menopausia lo que te ha vuelto mas controladora?
En esta etapa la mujer se vuelve más intrépida y orientada a la acción, al riesgo, por el aumento relativo de andrógenos. Te puedes volver más controladora y obsesiva en tu hogar, trabajo o en tus relaciones, si hay situaciones que te inciten a hacerlo. En otros casos puedes canalizar esta energía hacia el arte o el deporte, por ejemplo, según sean tus deseos y opciones en tu realidad cotidiana.
Si aumenta el miedo, aumenta el control, si aumentan hormonas masculinas (niveles relativos), aumenta la predisposición a la acción, pero veamos otros factores biológicos grupales.
La biología se encargó de coordinar, mediante programación, a los miembros del grupo, de forma complementaria, para salir al frente y garantizar la protección de la "manada" sin exponerse todos a la vez. Esto significa que habrá quien salga a la acción, a defender y quien se quede inmóvil, de reserva, para cuidar a otros. Tu miedo y sus expresiones de control serán mayores si no te sientes respaldada o protegida por tu pareja u otro miembro de tu grupo.
Ante la presencia de un macho, la hembra biológica se relaja, pero si el macho se inhibe en la acción, ante el "peligro", la hembra actuará. Podría haber una experiencia en tu clan familiar en la que los hombres no protegieron a las mujeres. Y por tanto podrías sentirte siempre en alerta llevando el mando. Toma consciencia de en qué casos la presencia de otra persona te relaja y te hace sentir segura. Si es tu pareja u otro miembro familiar.
De forma natural hay una organización grupal biológica y por tanto inconsciente, garantizada por la evolución, puesto que somos una especie social. Esto explica la existencia de machos y hembras alfa y beta en las manadas. De hecho, la menopausia es una etapa valiosa para una manada al disponer de hembras de reserva para garantizar la supervivencia de las crías, lo que se traduce en nuestra sociedad, como el apoyo de las abuelas a las hijas en la crianza. Pero también en muchos otros aportes sociales que hacemos, o podríamos hacer, durante esta etapa no reproductiva pero si prolífica.
El miedo es el mecanismo emocional de supervivencia.
Supongamos que sufrimos la pérdida de la persona "valiente" que sale a la acción de forma habitual en el grupo familiar, entonces la persona que está "de reserva", inmovilizada, activará la bioquímica necesaria para asumir su nuevo rol.
La valentía, en la biología, es una respuesta de acción frente al peligro, no es ausencia de miedo. Esto sucede porque las amenazas y conflictos provocan diferente estimulación cerebral y regulación de hormonas en cada individuo, teniendo en cuenta las necesidades individuales y del grupo.
Una mujer habituada a resolver las cosas, puede salir al frente de una situación crítica, pero si no lo hace, o pide ayuda a su pareja o al hij@, estos asumirán el rol de "macho alfa". De hecho hay hij@s ocupando roles parentales desde pequeños. Observa tu rol si tienes tendencia a la irritabilidad en la familia o grupos, pues te indica que se necesita un cambio de percepción o de respuesta.
Así que el miedo y sus expresiones están reguladas desde el inconsciente biológico y al servicio de tu protección y de la protección de "tu manada".
Puedes relajarte, porque habrá quien tome tu papel, si lo sueltas cuando el "peligro" o la necesidad aprietan. Puedes poner esto a prueba, soltando el control en el próximo desafío familiar o grupal, si tú eres quien reacciona habitualmente para solucionar las cosas. Somos prescindibles, aunque no "lo hagan" como nosotras. Si te sientes sobrecargada, deja que el grupo encuentre un nuevo equilibrio. Puedes hacerlo tal cual, o hablar con tu pareja, hij@s o compañer@s sobre tu vivencia de sobrecarga y tu decisión de relajarte.
Rumiar el miedo
Es normal, al detectar un cambio que vives como amenaza, que tu mente se ponga obsesiva. Se dispara proyectando soluciones a probables peligros y sientes agitación, nerviosismo, que pueden generar insomnio. Es un programa para anticiparte y advertirte. Agudiza tu percepción, aumenta tu adrenalina y tu capacidad de respuesta. Valóralo es un buen recurso biológico! Sólo tienes que aprender a gestionarlo!
Para que lo uses a tu favor, pon atención en diferenciar el peligro real de la amenaza infundada, porque lo que activa un programa de supervivencia es tu percepción y tu interpretación de la realidad.
Si es real, pero no urgente, dale las gracias y dile que vas a dormir y lo abordarás por la mañana. Dialogar y acordar con tu inconsciente biológico es muy útil y eficaz.
Gestionar el miedo a tu favor, cómo lograrlo?
Regulando el contacto con la información y contrastando. No te creas todo lo que lees, ves u oyes, cuestiónalo, verifica, para que no provoques en tu biología respuestas de alarma que no respondan a la realidad. Las expectativas, creencias e interpretaciones condicionan tus síntomas físicos y tus vivencias de lo que te pasa. Por ejemplo: Si validas el pack de información de que la menopausia es un conjunto de malestares y de riesgos de enfermedad, eso vivirás con mayor probabilidad.
Dialoga con tu miedo: No lo niegues ni evites, es tu aliado, así que escucha todos tus miedos, escríbelos y luego dite que vas a valorar los riesgos reales. Haz una relajación o meditación si te notas muy nerviosa.
Vuelve a tu presente, a tus sentidos, a tu cuerpo, a tu realidad concreta y responde a ella, a tus necesidades de alimento, vestido, ejercicio, descanso y relación. Tu miedo afecta a esto? ¿Cómo te sientes realmente aquí y ahora? Practica técnicas de respiración, meditación y Mindfulness para anclarte al presente.
Mira las oportunidades que se abren en los momentos de cambio, en lugar de enfocarte en las restricciones y las pérdidas. Busca alternativas para darle curso a tus necesidades reales.
Revisa tus deseos postergados y mira qué puedes retomar al respecto. Esto es fundamental para canalizar la energía que se va a movilizar en ti en esta etapa de madurez, a consecuencia del cierre de los circuitos de reproducción. Sentirás esa energía en ti, úsala para avanzar y crecer.
Comparte con otras mujeres. No eres la única que sientes miedo y que va a revisar su vida preguntándose por lo verdaderamente importante, o que siente desorientación debido a los cambios impuestos por las hormonas, las relaciones familiares, laborales, etc. Esto sólo es el comienzo de una gran aventura en la que debemos poner lo mejor de nosotras mismas.
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